Cada domingo, cuando el reloj marca las 7:00 de la noche, un grupo cada vez más numeroso de personas se reúne en distintos puntos de Chicago con un propósito poco convencional: liberar el estrés acumulado a través de gritos colectivos. La iniciativa, conocida como “Scream Club”, se ha convertido en un fenómeno social y en una curiosa alternativa para quienes buscan desahogarse de una manera distinta.
La dinámica es sencilla pero simbólica. Primero, cada asistente escribe en un papel aquellas quejas, frustraciones o preocupaciones que le han pesado durante la semana. Luego, ese papel es arrojado al agua como un gesto de desprendimiento y, finalmente, llega el momento más esperado: gritar con todas sus fuerzas, en tres ocasiones, al unísono con los demás. El eco de las voces retumba en el ambiente, generando una sensación colectiva de catarsis.
Los participantes aseguran que la experiencia produce una mezcla de alivio, paz interior y ligereza emocional. Para muchos, no se trata solo de gritar, sino de compartir un espacio seguro donde la vulnerabilidad se convierte en fortaleza gracias al apoyo de la comunidad. “Es como soltar un peso que uno no sabía que cargaba”, cuentan algunos asistentes.
El grupo ha ganado notoriedad en redes sociales, donde se multiplican los videos y testimonios que muestran la fuerza de esta práctica. Su crecimiento constante ha despertado interés en otras ciudades, donde ya hay quienes quieren replicar la experiencia. No se descarta que pronto el “Scream Club” trascienda Chicago y se convierta en un movimiento urbano con capítulos en diferentes partes del mundo.
Lo que comenzó como una curiosa reunión semanal se está transformando en un ritual moderno para gestionar el estrés de la vida cotidiana, demostrando que a veces, un simple grito puede ser más liberador que mil palabras.
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